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Las horas invisibles, nuevo disco de David Moya

Mi nuevo disco 'Las horas invisibles' necesita de vuestro apoyo para ver la luz. Nos falta mezclar, masterizar y editar. Se trata de mi sexto trabajo y está producido por Diego Cantero (Funambulista). Son 11 canciones de amor, ausencia y crítica social, con una producción fresca que os encantará!

David Moya

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Las horas invisibles es mi sexto trabajo discográfico. Se trata de una obra musical formada por 11 temas inéditos, compuestos por mí (letra y música) durante los dos últimos años. La producción artística y la mayoría de los arreglos corren a cargo de Diego Cantero (Funambulista). El disco cuenta con colaboraciones instrumentales y vocales de artistas de la talla de Marwan, Paco Cifuentes, Alejandro Martínez o Marino Sáiz y ha sido grabado en su mayor parte en Murcia por el ingeniero Raul de Lara.

Actualmente el trabajo está grabado pero queda pendiente la mezcla, el mastering, el diseño gráfico del arte del cd así como la edición física del mismo (en formato digi-pack). Estas tareas han de ser completadas antes del 4 de octubre, fecha prevista para la presentación oficial del disco en la sala "Libertad 8", de Madrid.

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Para conocer bien toda mi obra, escuchar mis discos, leer mis textos y estar al día de mi trabajo, visita mi web oficial.

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A QUÉ DESTINAREMOS VUESTRAS APORTACIONES

Hasta la fecha he ido costeando los gastos derivados de los músicos y el técnico, así como del alquiler del estudio, para la grabación. Llegado este punto, preciso recaudar, sin otra fuente de financiación adicional, la cantidad que me marco como objetivo para sufragar los gastos derivados de la producción, mezcla y mastering, el diseño gráfico del arte del cd y la edición física de 1000 copias en formato digipack.

CALENDARIO

Las recompensas se entregarán a partir del día 4 de octubre, fecha concertada para la presentación del trabajo en Madrid y comienzo de una gira que estoy programando para recorrer las principales salas de España donde tiene cabida la canción de autor.

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3 comentarios

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  • David Moya

    David Moya
    Autor/a

    11 años

    Hola, Ruth:

    Justo ayer leí tu nombre mientras preparaba la lista de envíos. La semana que viene lo haré a la dirección que me facilitaste en su día.

    Disculpa la tardanza, pero es un trabajo lento pues sois más de 140 los mecenas. Pero tranquila, que ya casi está en camino.

    Un saludo y gracias una vez más por tu colaboración.

    David

  • Ruth

    Ruth

    11 años

    Buenos días, aporté 15€ para este proyecto y no me ha llegado todavía el CD. Quedo a la espera de que me digais algo. Un saludo.

  • Fabiola Ganivet_Cantautora

    Fabiola Ganivet_Cantautora

    11 años

    Suerte David!

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#01 / Día 3: El origen de "Las horas invisibles"

"Las horas invisibles" iba a ser el título de una novela. Llegué a escribir un borrador del argumento y los personajes. Previamente, había sido el título de una canción que, sin embargo, a medida que fuimos produciendo temas se quedó fuera del repertorio, desplazada por alguna de las últimas composiciones pues nos parecían más redondas.

Pero hay un momento, un instante concreto en el que nace "Las horas invisibles" como proyecto discográfico. Me encontraba en Copenhague a mitad del pasado noviembre. Había viajado a este bello lugar para dar un par de conciertos. Imaginad el cuadro en tonos grises, pues os hablo del otoño escandinavo. Tras un intercambio de mensajes telefónicos que me generaron una tremenda rabia e impotencia, por el contenido de la conversación y por lo sesgado de la comunicación, decidí darme una ducha relajante. Bajo el agua se me ocurrieron un par de versos y los acompañé de una melodía, tratando de no olvidarla hasta secarme y poder agarrar la guitarra:

Desde la enésima aduana/

te escribo un parte de guerra/

más allá de tus fronteras/

de una unión sin alianzas/

comerciando en zona franca/

con pasiones sin bandera.

De toda la semana, aquel día había sido el único que había salido el sol y había aprovechado la mañana y el mediodía para pasear con un amigo por Christiania, así que decidí seguir pintando la postal para ilustrar el ¨"parte de guerra":

Hace sol en Dinamarca/

todos van en bicicleta/

y a la luz de alguna vela/

trato de juntar palabras./

No sé bien qué preguntabas/

pero busco la respuesta.

Andaba durmiendo en sofá ajeno, cosa bastante habitual cuando uno está de gira, y mi pareja de anfitriones ya se había encerrado en el cuarto contiguo a dormir. Tuve que hacer un gran esfuerzo para susurrar lo que tantas ganas tenía de gritar:

Podría darte la razón/

pero no valgo/

para omitir contestación/

callarme otorgando/

debo armarme de valor/

hacer de tripas corazón/

dejar de hacerte una canción/

cada vez que tengas frío./

Yo también quiero lo mío/

y me canso de esperar tanto.

Como pude, tratando de no despertar al resto de habitantes del inmueble, puse por escrito la segunda estrofa. A eso de las 3 de la madrugada agarré de nuevo el teléfono y mandé un mensaje a mi amigo Diego Cantero, quien días antes me había propuesto irnos juntos a vivir a Madrid. En él le decía que sentía tener repertorio para hacer un buen disco (dije discazo, para qué engañaros), y que quería producirlo con él. Madrid podría ser un buen lugar...

Y ahora, 10 meses después, tan sólo faltan días para que se haga realidad el sueño nacido de aquella noche en Dinamarca. Así nacieron "Las horas invisibles".

4 comentarios

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  • Mariu

    Mariu

    11 años

    A veces los momentos malos se transforman en grandes cosas.

    Tengo muchas ganas de escuchar las horas invisibles en mi mundo patas arriba y sacarte a bailar... ;)

  • Guillermo WD

    Guillermo WD

    11 años

    Precioso ... Se promete fantástico ..

  • Rafael Galiano López

    Rafael Galiano López

    11 años

    Muchas ganas, sí.......

  • Merche

    Merche

    11 años

    Ufffff se me puso la piel de gallina tan sólo de leer como empezó todo, asi que no quiero ni imaginar lo que me producirá escucharlo ... ganas nooooo, GANAZAS !!

    Abrazo infinito

#05 / De la "espera" a la "esperanza"

La incertidumbre pasa a ser una certeza. La espera se transforma en esperanza. Los 143 mecenas que habéis colaborado en este proyecto sois, en buena medida, responsables del estado de ilusión que me invade.

Ahora comienzan realmente a transcurrir "Las horas invisibles". Miro hacia adelante e intuyo meses de viajar para mostrar el trabajo, de entrevistas para radio y prensa escrita, de recibir vuestras valoraciones del disco, de conciertos en los que me arropará el calor cercano de vuestra presencia... Anticipo todo esto a sabiendas de que será aún mejor de lo que imagino. Me siento orgulloso del resultado y con muchísimas ganas de mostrarlo, de compartirlo.

Regresar a las ciudades donde se me espera, llegar por vez primera a algunas y sorprenderme, vestir el repertorio con una banda en alguna presentación que otra, poder… leer más

#04 / GIRAR LA LLAVE, HABITAR LO INVISIBLE

En la primera entrada del blog os hablé del origen de "La horas invisibles", del momento exacto en que verbalizo la decisión de hacer este disco. Ahora siento que me toca hablaros, intentando ser lo más preciso que pueda con mi lenguaje escrito, de qué son para mí "Las horas invisibles".

Empecemos por el final, por la imagen que veis. Alicia tiene que decidir si sigue al conejo blanco y se adentra en la madriguera. Si bien fue Martín Acosta, el diseñador del arte del cd, quien me hizo visualizar esta escena, es algo que ha estado latente desde el principio. Wonderland o "Lo invisible". Neo frente a Morpheo. Pastilla roja o azul. Matrix o realidad.

Hay instantes en que sientes que te habitas. Te has desdoblado y ves desde fuera y a la vez desde dentro a ése al que todos llaman por tu nombre. Has entrado en la madriguera… leer más

#03 / SACARTE A BAILAR

Están en el centro de la pista de baile. Los camareros barren el suelo y se van encendiendo las luces. A ellos les da igual, no se enteran. Se mueven despacio, en círculos. Hace ya unos minutos que no suena la música. Ella tiene la cabeza apoyada sobre el lado izquierdo del pecho de él, justo en el hueco al que dan lugar la cercanía de cuello y hombro. Nadie va a molestarles durante el rato en que el personal termina de limpiar, hacer caja y llenar cámaras.

Se puede acabar la música, pero ellos no deben dejar de moverse. Eso piensan, deslizándose a cámara lenta, con los ojos cerrados. Porque si no, el mundo se para. Se sienten el motor de un reloj de dimensiones universales. No pueden parar, todo depende ellos. Después es una palabra demasiado grande a estas alturas del amanecer que se avecina. Mejor bailar. Todo estará bien mientras nos movamos. Ella le besa suavemente en el cuello y él acaricia la nuca descubierta bajo su corta melena rubia.

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#02 / CAFÉ SIBERIA

Llegaba al bar rozando la hora de cierre. Así fue durante un año; en ocasiones, semanas completas. Desaparecía a intervalos, pero terminaba por volver a su rutina nocturna y solitaria, que acabó siendo compartida. Tan sólo una vez me indicó lo que deseaba beber. Desde entonces, le servía lo suyo al poco de verlo aparecer. Se acobada silencioso en la barra mientras yo ponía boca abajo sillas y taburetes para poder barrer el suelo. Enseguida sacaba una libreta de su bolso de piel gastado y comenzaba a garabatear sin continuidad, levantando cada tanto la mirada del papel para dirigirla a ningún sitio. También una única vez me preguntó, bajada ya la persiana, si podía sentarse al piano.

Aprendí a fregar despacio, con idéntica y parsimoniosa cadencia a la de las melodías que le arrancaba, regalándome la falacia de estar cuarenta años atrás en The… leer más

#01 / Día 3: El origen de "Las horas invisibles"

"Las horas invisibles" iba a ser el título de una novela. Llegué a escribir un borrador del argumento y los personajes. Previamente, había sido el título de una canción que, sin embargo, a medida que fuimos produciendo temas se quedó fuera del repertorio, desplazada por alguna de las últimas composiciones pues nos parecían más redondas.

Pero hay un momento, un instante concreto en el que nace "Las horas invisibles" como proyecto discográfico. Me encontraba en Copenhague a mitad del pasado noviembre. Había viajado a este bello lugar para dar un par de conciertos. Imaginad el cuadro en tonos grises, pues os hablo del otoño escandinavo. Tras un intercambio de mensajes telefónicos que me generaron una tremenda rabia e impotencia, por el contenido de la conversación y por lo sesgado de la comunicación, decidí darme una ducha relajante. Bajo el agua se me ocurrieron un par de versos y los acompañé de una melodía, tratando de no olvidarla hasta secarme y poder agarrar la guitarra:

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